Mi padre es muy exigente conmigo, y debe serlo, porque tanto la familia como los grandes accionistas esperan que desarrolle todo mi potencial… Buf, ¡cómo anhelo aquellos tiempos del pasado! La vida era más sencilla, las cosas se llamaban por su nombre: se imitaban modelos virtuosos de conducta y se despreciaba la mediocridad. Ahora no sé si podré cumplir las expectativas de mi padre, y no porque me considere envilecido por la vulgaridad de los que no ambicionan. No.
Es más bien un asunto de apetito: mi alma inmortal nunca se sacia de belleza, y exprime cada verso para lamer las gotas de poesía que contienen las venas de los poetas… Y como un demente necesito más, ya no me conformo con palabras que hacen gemir: ¡quiero sentir toda la tragedia del Universo escondida tras los pétalos de una flor marchita! ¡Quiero ser el aire que se desliza por los orificios de una flauta… Ser un re, un do sostenido, vibrar en un sol brillante! Quiero ser ese grito de placer de los que comparten el silencio de una noche.
Pero en los planes de mi padre no cabe mi necesidad de vivir la belleza, por eso me refugio aquí, en este invernadero, dónde mimo mis plantas carnívoras lejos de su mirada desaprobadora. Él jamás comprendería toda la armonía y belleza de este mundo que he creado para mí. Pero no tardé en descubrir que mi ecosistema era inestable: debía proporcionar alimento a las plantas, incesantemente, para que pudieran sobrevivir.
Por azar, uno de los insectos, una mariquita, se escapó de los dientes y de los ácidos de mis plantas; y aprendió a sobrevivir modificando sus hábitos alimenticios. La ausencia de pulgones provocó que comiera de aquello que debía devorarla…
La mutación resultante en la siguiente generación de mariquitas no pudo ser más hermosa. Habían desarrollado una fascinante coloración roja en el dorso, que funcionaba como bolas de discoteca en cuanto eran alcanzadas por algún rayo de sol, y por añadidura, vibraban en delicados tonos argenta, como diminutos espejitos metálicos que entrechocan entre sí.
Poco a poco se estableció un equilibrio natural, ajeno a mi voluntad, que regulaba los individuos de uno y otro orden. De tal modo que si un exceso de mariquitas podría acabar con las plantas, sucedía que éstas obtenían más alimento y brotaban nuevos retoños. Y en caso contrario, sólo sobrevivirían las plantas más fuertes.
Generación tras generación las plantas desplegaron nuevas habilidades cazadoras y endurecieron la piel de sus ramas con brillantes superficies doradas. ¡Al fin disfrutaba de un jardín único, vivo y hermoso!
—¿Qué… qué es esto? —gimió mi padre en la entrada del invernadero— ¿Es aquí dónde pierdes días enteros? —tronó enrojecido por la vergüenza y la ira.
—Es un trabajo de campo, un experimento, padre…
—¿Bailar entre mariquitas es un experimento,… hijo?
Podía ser hiriente sin proponérselo, suspiré y él me acompañó con una exhalación más profunda. Notaba como se tragaba la frustración por no ser lo que esperaba de mí.
—¿Sabes, acaso, cuántas personas dependen de ti? No, te replanteo la pregunta de un modo que puedas entenderlo mejor: ¿sabes cuánto pesa el futuro de millones de almas? —guardó silencio un instante y añadió: Yo te lo diré, ¡unos pocos gramos de inmadurez! —dijo tocando mi cabeza con su puño cerrado.
Es mi padre, y sé cuál es su lugar en el universo. Esa es la única razón por la que le respeto, la única. Sé íntimamente que yo jamás tendré su autoridad, su energía, que jamás podría reemplazarle en su empresa… No comprendo porque se empeña conmigo… tanto.
—¿No podrías demostrar un gesto de buena fe? Algo que revele que comprendes a tu viejo padre, y que aunque no compartas los mismos intereses, podrías…
—Sí, padre —interrumpí levantando mi mano derecha, como los cristos prerrománicos, en un gesto de eterna bendición.
Cerré los ojos un instante. Sabía que mi padre estaba impaciente, que la misma incertidumbre le hacía gozar y sufrir a partes iguales. Y bajé el brazo.
—¿Ya está, qué has provocado? —se interesó mi padre— ¿Alguna pandemia como las de la edad media? No, no, eso es demasiado vulgar. ¿Tal vez algo más apocalíptico como el fuego que sale del infierno y la noche eterna en unos días? ¡Vale, vale, ya sé que es un clásico algo desfasado!
Sonreí. Sabía que le había desconcertado.
—Bueno, dime algo, porque por más que espío a la humanidad no veo cataclismos.
—Papá, en muy poco tiempo tendrás muchos lamentos que escuchar… He quebrado su sistema financiero, la economía mundial se desploma como las fichas de dominó en una fila.
Mi padre estaba perplejo, sentí su sorpresa y admiración.
—¡No podía esperarse nada menos del hijo de Satanás! —proclamó irradiando un orgullo y aprobación que no deseaba.
Suspiré, era jugar en su mundo, con sus reglas… Yo tengo planes muy hermosos en el mío de mariquitas y plantas carnívoras…
Fin
11 opinaron que...:
Hola a todos, antes de nada pido disculpas a mis lectores por la tardanza de nuevas publicaciones.
He tenido graves problemas personales que (afortunadamente, y lo digo entre susurros) parecen solucionarse.
Espero que disfruten con la lectura de esta historia, al menos la mitad de lo que he disfrutado yo escribiéndola...
Ya me contarán.
Nota: la bso debía ser "Detroit rock city", de los Kiss; pero sólo encontraba directos.
Bravo, querido.
Un relato la mar de simpático. No he podido evitar sonreír al final.
Còmo està usted Sr sluismans!
Vamos a ver...el padre del tipo que cultiva rabanitos mordedores en el jardìn es un capullo y no de flor precisamente.Es broma.Te felicito por tu sensibilidad,incluso de una frase tonta como la que yo he escrito se podrìa hacer un argumento y una historia hermosa y delicada.
sentir toda la trageda del universo tras los pètalos de una flor marchita....y con èsa banda sonora.muy bello,buscar la belleza pues es la ùnica protesta que merece la pena en èste mundo decìa ramòn trecet al acaber su programa de radio.
un abrazo y no tardes tanto para la pròxima
hola juanma...hace muchísimo que no pasaba...sigues con tus cuentos,entrañables, me gustaron...leí por lo que no hice...antes
te dejo mi afecto y espero pasa por mi blog,que no anda su feed
lidia-la escriba
Un sueño o una necesidad como ve en este caso el protagonista (la necesidad de vivir la belleza), enfrentado a las obligaciones y expectativas de lo que desean que uno llegue a ser. Me gustó mucho.
Espero que se solucione todo y te podamos ver más amenudo, como ya te he dicho otras veces, siempre es un auténtico placer leer algo tuyo. Un abrazo.
Lo que es un verdadero placer es contar con amigos como vosotros. No hace falta revolver demasiado entre las letras para encontrar vuestro cariño...
Y como no sé hacerlo de otro modo, os lo devolveré de forma novelada. Aún os quedan muchos cuentos que leer... (porque yo tengo todavía mucho que contar).
Vaya ya tengo una idea de quien ha provocado la crisis, aunque tal vez esto también pase en las mejores familias y no solo en la de satanas.
Ha merecido la espera para poder leerlo. Enhorabuena.
Bienvenido de nuevo federico, El cuento es genial, y mucho ánimo para esas soluciones que vienen entre susurros.
Un saludo
Sugerencia;podrías variar ocasionalmente los relatos cuento por algo autobiográfico por el madrid primeros años década los 90.Juventud y pensiones de Madrid por ejemplo dan mucho juego como supieron muchos escritores.Anímate
Tomo nota de vuestras sugerencias, gracias por opinar. Ahora estoy algo más liadillo con el trabajo. Y cuando finalmente me siento en el escritorio me cuesta decidir que voy a escribir (si terminar una novela o empezar otro cuento).
Porque aunque parezca mentira, las historias tienen fecha de caducidad, y el "alma" que las anima deja de animar al escritor (valga la redundancia).
En la próxima publicación sacaré a la luz una historia real, no me la he inventado yo, y terrible.
Hasta pronto.
estimado federico te vi en mi blog y entre al tuyo ya te seguía y te reconocí querido amigo como el cuentista de universo de mi universo no sabes la alegría que ello me da!!! un beso y sigue en universo escribiendo hermosamente!! te queremos y te necesitamos!pues eres muy buen escritor!
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