Una vez tuve un sueño

Soñé con un mundo en el que todos podían ser lo que quisieran, hacer aquello que más satisfacción les provocara, que no existiera más impedimento que el deseo...

Hoy, a mis cuarenta y dos años recién cumplidos, y a pesar de que la vida golpeó con toda la crudeza de la realidad, todavía no he despertado de las utopías de juventud. Si no puedo vivir en un mundo feliz, me lo inventaré: haré que otros, como un dios todopoderoso de infinita bondad, sean felices... al menos en mi pensamiento.

Y me puse a escribir. Ahora que tengo en mi haber más de setenta relatos cortos y dos novelas, descubro por qué Dios es "omniausente" e imperfecto.


domingo, 10 de abril de 2011

España profunda (un minirrelato de 648 palabras)


Verraco: cerdo macho que se utiliza como semental.





Era necesario, me dije mientras observaba a un gordo pavonearse con una gorra con la visera hacia atrás. Inevitable. Trataba de convencerme… ¿pero por qué retorcía las manos como los raperos? Desvié la mirada a un lado, los ojos azules del gordo me habían sorprendido. Se sentía fuerte, superior. Estaba en su elemento y yo no.

La crisis, la maldita crisis, me repetía cerrando los ojos para no ver. La realidad resultaba demasiado grotesca. Apreté el ritmo de mis piernas, nada como el ejercicio aeróbico para quemar la ansiedad. Cuando los párpados se abrieron el gordo y su autosuficiencia rumana habían desaparecido. Lo que me encontré fue mucho peor.

Concentrados en cuarenta metros cuadrados, seis magrebíes ocupaban distintos aparatos de musculación. Conversaban despreocupadamente en su lengua, expulsando unas carcajadas excesivas para los que no eran de su condición. No eran ellos los que atrapaban mi atención. Una camiseta roja repetía “soy español” en letras amarillas, tres veces a lo largo de un torso. Pertenecía a un tipo que me analizaba con descaro.

Era evidente que me consideraba de los “suyos”, que yo no daba el tipo “sudaca”… ¡Será gilipollas! ¿Esto es lo mejor que puede ofrecer esta tierra? Sus ojos me traspasaban, como si repentinamente me hubiera espiritualizado y de mí no quedara más que la impresión del nervio óptico en sus retinas. No sé si quiero “ser español, español, español”. No en sus términos.

No quise recrearme en unos rasgos que revelaban la complejidad emocional de una encina, uno de los árboles que conforman el paisaje de la dehesa serrana, y retomé con mayor denuedo los pedales de la bicicleta elíptica. Al menos ahora puedo permitirme pagar un gimnasio… Me pertrechaba en el vano intento de ver mi vaso medio lleno.

Un resoplido profundo, gutural, como el de un animal que muere con desgana me sacó de mis pensamientos. Provenía de un banco inclinado, sobre el que estaba recostado un joven de pelo corto, autóctono a juzgar por su capacidad de construir frases con algún participio y siempre recortado. Normalmente se limitaba al participio como oración completa, y a veces, como alarde de expresividad, a la numeración de dos o tres participios seguidos. Insisto, siempre recortados.

—¿Puedeh unoh kiloh máh? —le preguntaban.

—Chupao…

Y gimió de nuevo, exhibiendo un tatuaje en su brazo izquierdo, que cubría desde el hombro hasta el codo. Era más una sucesión de dibujos apretados, de un negro que reverdecía por la mala calidad de su tinta, que un diseño único… Lástima de brazo, me dije. Ese galimatías de sombras y trazos ocultaban un desarrollo espectacular de la musculatura. Y le obligaba a forzarse más, para compensar el tatuaje.

—¡Vamoh, que tú puedeh! ¡Una máh! ¡Una máh!

Y el aberroncho, juntando unas mancuernas descomunales sobre su pecho, resopló una vez más. Sabiéndose el centro de atención, dejó caer las pesas estrepitosamente contra el suelo y, con un berrido de ciervo en celo, obsequió con un cabezazo a un pilar que en nada le había ofendido. Entonces comprendí la razón de sus tatuajes, el sobre-entrenamiento y su auténtica naturaleza…

Era de los que no soportan pasar inadvertidos, de los que venderían a su madre por salir en “Gran Hermano” y practicar “edredoning” con la rubia más “choni” del programa. Dónde me he metido, dónde me he metido… me decía sin oír las risas de mi hija y mi mujer.

—Hola, Elena llamando a papá… ¿Hay alguien en casa?

Así es mi hija, guasona y alegre. Justo lo que más necesito.

—Que si sabes que significa “verraco” —recordó mi niña.

Yo ya no recordaba de lo que habíamos hablado, pero la veía tan guapa, tan sonriente, tan primaveral en primavera, que no podía ignorar que… Un grito adolescente, que provenía de la acera de enfrente, interrumpió mi pensamiento. ¡Otro aberroncho!

—Claro hija, estamos rodeados de ellos.

Fin


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Foto tomada del blog despiertaalfuturo.blogspot.com
Safe Creative #1104108945085

11 opinaron que...:

Federico dijo...

Con mucho retraso, como siempre, pero una vez más estoy aquí. Espero que disfruten con este relato, que es fruto de un desafío de mi amiga Carmen.

Podéis conocerla un poquito mejor en blancajormungard.blogspot.com.

No sé si he cumplido bien los objetivos del desafío, Carmen. Yo creo que "raspao" pero llego, ¿no?
Je, je, a mí también se me pegan los participios recortados...

Besos.

Anónimo dijo...

JUA JUA Divertido y eléctrico éste ralato con ésa banda sonora.Ya mismo me apunto a mister muscle.La diversidad de"fauna"en un gimnasio daría hasta para hacer algún reality.
Por cierto de donde sacaste la foto de Javier de la Peña!!sale favorecido.

Eleanor Atwood dijo...

Jejeje qué bueno, cachis. Y eso que yo nunca he hecho ejercicio en un gimnasio, pero las descripciones son fabulosas, y me lo he podido imaginar y todo.

Saludos.

Shogun´s emporium dijo...

No pasa nada, Fede. Me ha gustado mucho y me alegro de que publiques. también gracias por poner lo de mi blog.

Estare unos días en Londres. Cuando vuelva ya te contare.

Besos

Shogun´s emporium dijo...

Te dejo mi parte del desafio:

Broken Blues en Sol Mayor

Poema para el desafío, dedicado a Bebo Valdés, el Maestro. Y a Cat Stevens.

Tengo todos sus discos...
Tal vez deberíamos bajarla
Pensé que te gustaba.
He llamado varias veces
pero no me lo coge.

¿Y cuál es tu nombre?
Justo lo que pensaba.
La comida estaba buenísima,
y todos se han portado bien.

Vino muchísima gente
de todas partes a la fiesta.
Pero hay algo que no me saco
de la cabeza.

Coff Coff Coff
Atchiiis

Mientras duerme
la dí un beso de despedida.

Ahora te cuento
Todo lo que he aprendido
es que el amor lo es todo.

Anónimo dijo...

HOLA, SIGLOSSSSSSSSS, COMO ESTAS? VEO QUE EN ACTIVIDAD! ME ALEGRA MUCHO SABERLO...ME HA GUSTADO EL RELATO,MAS QUE INTERESANTE!
UN ABRAZO ENORME,COMPAÑERO BLOGUERO
LIDIA-LA ESCRIBA

http://www.deloquenosehabla.blogspot.com enlace a mi blog

Rosa de los Santos dijo...

MUY BUEN RELATO!!
Y ESPERO EL TUYO , EN EL CONCURSO DE MI BLOG http://labrujafeliz.blogspot.com/
ARTE , IMAGINACIÓN MAGIA Y UN POQUITO DE AMOR, SOLO SE PIDE PARA EL RITUAL DE LA NOCHE DE SAN JUAN....TE APUNTAS??
UN SALUDO CORDIAL- ROSA DE LOS SANTOS

Shogun´s emporium dijo...

Yo me apunto!!
Esta brujita algo inventará para la Noche de San Juan.

Besos

Stella Maris dijo...

Un gusto haber llegado hasta aquí a conocer tu blog.
tienes un bello espacio y me encanta este tipo de cuentos... que no es lo mismo que me guste que me hagan el verso! jajajaaaa

realmente complacida!

aguamarina
www.universopoetico.com

María Susana Dall Occhio Pais dijo...

hola amigo, de universo poético me di un paseo por tu blog deje mis dos blog allí para que en uno de esos días de aburrimiento , me visites y decirte que es un guste tenerte en universo como es un gusto leerte en tu blog!! Buen domingo!

Marciana dijo...

Iteresante, pero debes ener en cuenta que un mini-relato son cuentos de más o menos un párrafo, este es mejor un cuento corto.

Por cierto, muy chévere.