El viento arremolina las ropas de un modo ensordecedor, pero todo resulta hermoso. ¿Quién no ha sacado alguna vez la cabeza por la ventanilla de un coche en marcha, y ha sentido el viento en la cara? Es como notar la naturaleza en movimiento, aunque uno sabe que está quieto y no hace ningún esfuerzo para merecer tal caricia.
Miro mi reloj de pulsera, aun sabiendo que yo llegaré antes de que se ponga el sol… Un sol que siempre luce tan especial en este mes de octubre. Diréis que es una tontería, pero desde estas altitudes los rayos parecen acariciar la tierra. Es una impresión casi mística… ¡Lástima que el viaje sea tan corto! Lástima que no estés tú.
Siempre hemos compartido los grandes acontecimientos de la vida, como aquel crepúsculo en las montañas sagradas del Tíbet, cuando en un momento mágico el sol se escondía y la tierra parecía llorar; o cuando comíamos un helado después de hacer el amor. “Un poquito de frío para tanto calor”, decías, ignorando que con cada caricia te daba el alma.
Te limitabas a contar los billetes, porque tú eras mi puta. Mi puta favorita, y no podía haber nada entre nosotros, nada que no fuera sexo y dinero… ¿verdad? Pero fingías, lo sé.
—Nada de besos en la cara… Es más “limpio”.
Y yo acepté con naturalidad.
—Dejemos los besos para los enamorados.
Pero notaba en tus labios un ardor que disipabas sobre mi piel, imprimiendo en ella un rastro de ternura cuando la saliva se secaba. Dejabas huellas de amor, pistas reconocibles en el recuerdo… como miguitas de pan que siempre me llevaban a ti.
Otras putas fingen placer para agradar al cliente que las monta, para acabar pronto con la gimnasia pélvica que tanto cansa cuando no hay pasión. Tú fingías esconder un amor, que realmente no sentías… ¡Qué gran profesional!, conseguiste “correrme” espiritualmente, que te eyaculara mi amor a la cara cuando el preservativo cumplía con su propósito.
Y poco a poco permitías el cortejo. Aceptabas acompañarme en viajes de negocios. Viajes que inventaba para ti, para mostrarte que existía más vida que la que conocías y hombres distintos de los que te compraban.
—Tú eres diferente —me susurrabas.
Unos dedos acompañaban su voz por mi cara. Mientras, yo caía por las espirales doradas que bordean tus pupilas.
—…
—No debes enamorarte de mí, algún día esto se acabará —me advirtió.
Y yo no le creí, no me permití ver la honestidad tras una sonrisa herida.
—Comprendo, hay alguien más…
—No es lo que tú crees.
—No eres libre, ¿verdad?
Todo el mundo conoce historias de ese tipo: mujeres que son llevadas al viejo continente, engañadas con promesas de trabajo fácil y grandes ingresos. Sueñan con lo que todos desean. Y les sobran razones para trabajar en una sociedad envejecida, porque en sus venas palpita con fuerza una sangre valiente… que claudica ante la lascivia que provocan y las amenazas a los familiares que dejaron atrás.
—¿Cuánto necesitas para recuperar tu libertad?
—Mucho, siempre es mucho lo que ellos quieren; y tú no tienes tanto.
—Puedo vender mi casa: ¿te molestaría vivir en un pisito alquilado conmigo? …Creo que nadie sale perdiendo.
—¿Tanto me amas? ¿Incluso sabiendo que me llamarán puta cuando menos te lo esperes; y sientas, cuando me conozcas mejor, que no valgo tanto? No soy tan difícil de olvidar.
No respondí, las palabras no eran necesarias… Como en estos momentos, en los que sólo puedo pensar lo mucho que te amo todavía. Y no dejo de mirar hacia arriba, esperando verte llegar como un ángel arrepentido, envuelta en la luz de los que descienden de los cielos con una mano conciliadora. “Todavía no es tarde”, pienso, “sólo recordaría tu mano, y tu cabello alborotado por el viento”.
Malvendí la casa que había pertenecido a mis padres, la situación era urgente y no me detuve en detalles mercantiles. Los agentes inmobiliarios sonreían satisfechos: mi firma cerraba un contrato de compra-venta. “El más rápido de los últimos quince años”, aseguraba uno sin saber dónde ocultar la impaciencia de sus manos. “Sí, además, puedo asegurar que a pesar del apremio de la venta, lo hemos vendido en unas condiciones óptimas. ¡Enhorabuena!”, explicaba el otro.
Hacía oídos sordos a una palabrería puramente formal, porque lo único que importaban eran los 180.000 euros que habían transferido a una cuenta bancaria de la que no era titular. “Tendría que bastar”, pensaba mientras me dirigía al aeródromo de Aluche.
Una avioneta esperaba mi llegada con el motor encendido. En la cabina un piloto fumaba un cigarrillo. Afuera, un señor vestido de traje blanco levantaba una mano a modo de visera.
—Eres puntual… —dijo con acento sudamericano.
En sus labios, este comentario, más que un halago, parecía un insulto.
—Ella, ¿está dentro?
—Sí, henchida de amor… Sube.
¿Por qué ignoré el cinismo y desprecio con el que me trataba? “Es mala gente, mi amor, habla lo justo y nunca repliques”, recordaba mientras subía al aparato. Desde la puerta la vi, allí estaba, sentadita con las rodillas juntas, ennobleciendo a esos bellacos con su presencia. Temblé con el golpe del portón, supe que despegaríamos en unos momentos.
—Póngase cómodo, señor.
En el interior sólo había cuatro plazas, aparte de la del piloto. El único sitio que quedaba libre era el que estaba junto a la puerta. Me senté con reservas, como temiendo que en pleno vuelo se pudiera abrir.
—Si no la tocas no pasa nada —se burló el hombre del traje blanco.
La avioneta empezó a ganar velocidad en la pista.
—Las puertas son como las mujeres, ¿sabe? Sólo se abren con la llave adecuada, si no tienes la llave sólo conseguirás forzarlas.
Al fin el aparato levantó el morro y despegamos del suelo. Me sentía incómodo.
—Sí, algunas no se cierran ni dándoles patadas… —añadió otro que no dejaba de mirarme tras unas gafas de sol.
—Espero que estén hablando de puertas —repliqué tratando de ocultar mi ansiedad.
Los sudamericanos rieron a carcajadas.
—¿Oiste al “pendejo”? —interpeló a la chica el hombre del traje blanco.
—Sí, es una buena persona.
—¿Es mejor que yo?
—No, amor. Con ellos finjo… Tú sí que sabes dar placer a una mujer.
En estos momentos, todavía creo que disimulaba… ¡Necesito creer que me amas!, sentir que la atracción de la tierra, sobre mi cuerpo, es algo mayor que lo que has sentido por mí. Me conformo con un instante de amor verdadero, un momento que todavía sorprendo en mi memoria, que recreo antes del impacto final, y hace que todo haya valido la pena.
—Viste. No te quiere… Es porque yo tengo muchos dólares, muchos más que tus 180.000 euros de mierda. ¿Sabes cuánto vale mi tiempo?
Señaló la portezuela del aeroplano, con las cejas, a uno de los secuaces.
—Yo te lo diré… Ni un minuto de mi vida iguala tu vida entera —añadió sopesando sus manos en una balanza imaginaria.
—No comprendo… —dije agarrándome a la silla, mientras la puerta se abría y un viento atronador me azotaba la cara.
—¡No importa! —gritó el hombre del traje blanco—. ¡Ahora demuestra que tienes cojones!
Miré el hueco que dejó la puerta abierta en el fuselaje. Anochecía, apenas faltaban unos minutos para que el sol se ocultara en la línea del horizonte, y miré tus ojos por última vez. En ellos vi reflejada la tristeza del crepúsculo… ¡Sé que hubo algo!
Y me empujaron hacia el vacío. ¿Ves, amor, cómo no es tan fácil olvidarte? Apenas siento vértigo, pero esto se acaba… ya.
Pie de foto: elblogdelarte.wordpress.com
29 opinaron que...:
...
Besos
Pues donde yo vivo ahora los rayos de sol no acarician el suelo,lo derriten.saluditos mon ami.
estoy buscando la palabra adecuada ,.....,
Impactante !!!!
un besazo
eh!porquè cambiaste la mùsica del vals!con la nueva no puedo parar de bailar,tu crees que asì se puede leer?me creo que estoy en pachà!
-oiga pues me pone un cubata de garrafòn fino.
-son 15 euros
-Queeeeeeeee?donde habrè puesto la maldita petaca.
Gracias por tus besos, Maggie.
Me alegro que te haya gustado, Anita.
Otro besazo para ti.
Cuántos cubatas desaprovechados, ¿eh, Quique?
Marca de la casa, con final impactante.
La música, más soportable. Un abrazo.
P.D. (Malvendí)
MANUEL UNA VEZ TUVISTE UN SUEÑO,ESAS PALABRAS ME QUEDARON COMODAS,DENTRO MIO,PORQUE YO TAMBIEN TUVE UN SUEÑO,NO PERSONAL,MAS BIEN LEGITIMO,DE CAMBIAR LA ESTRUCTURA DE LAS COSAS,PERO NO,NO FUE,SOLO LOGRAMOSY LOGRARON INSTALAR EN TODOS,UNA ANGUSTIA DEL PRESENTE,Y NADA PERSONAL,POR CIERTO,LA ANGUSTIA CARCOME MUY PRONTO LAS IDEAS,Y ADEMAS,PENSA QUE EXISTE UNA GENERACION,LA MIA,QUE NO ESTA MAS...DESAPARECIERON...
PERDON POR EXTENDERME ES UN DEFECTO GRAVE EL MIO
LIDIA-LA ESCRIBA
pues cubatas desapovechados no se pero algunos minis "raptados" al descuido del propietario sì que nos llegamos a tomar y es que ser pobre con 26 años te convierte en lazarillo de tormes por ingenioso y superviviente.
yo conozco a dos que freìan huevos con velas en las vacas màs flacas pero no lo cuentan a porque nadie se lo cree.oye y lo redonditos y bien hechos que salìan a fuego lento.
Maravillosa manera la tuya de contar cuentos e historias.
Te felicito
Ummmm un blog de literatura y yo hablando de huevos fritos.Lo tengo que arreglar.
Decìa que los narradores tradicionales apuestan por no explicar al personaje,sino dejar que se explique por sì mismo por su conducta y su conversaciòn.Eso considero que lo logras con creces en tus cuentos ya que uno al leer se imagina como si conociera de siempre a tus personajes.Los ve.
A mi me hizo mucha gracia de otro cuento;"el pesado que te mira como si quisiera regalarte una flor".Y me imagino al pesado con la sùplica en su mirada a punto de ahogarse en su propia baba.je je
A seguir asì Fredy.
Una caída liberadora. No sabría decir en cuántos de mis sueños hube de escapar por la ventana.
Saludos.
Thorton, sé que finges... Que la música disco, como dijo Quique, no es la más apropiada para la lectura.
No obstante, tu y yo tenemos una ola pendiente...
Quique, agradezco tus nuevas observaciones "literarias"... pero aquí nadie viene para presumir, solo compartir. De modo, que linguista o no, siempre eres bienvenido, incluso recordando aquellos gloriosos huevos.
Por cierto, el otro día intenté freír unos cuantos (y como dios manda; es decir, con gas butano etc.) y sólo al quinto intento me salió uno decente. En fín, que me tuve que comer yo los chafaos.
Un abrazo, tú.
Gracias Maripaz, la maravilla está en los ojos que leen, no en la mano que escribe...
Gracias por leerme.
Martin, si escapas es porque te persiguen... ¿Algún marido cabreado, tal vez?
Disculpa la broma, un saludo.
Estoy preparando otro relato que no os va a decepcionar... Dadme sólo unos días.
Lidia, te comprendo... que seas única no debería angustiarte. Además, tienes la poesía de tu lado, que hace fuerte tu pensamiento, lleva lejos tu voz y te multiplica en la distancia. ¿Cómo insinúas soledad, amiga?
Un abrazo.
GRACIAS MANUEL...POR COMENTAR EN MI BLOG,YA SABES QUE ME GUSTAN TUS NARRACIONES Y MUCHO,DE VERDAD,QUISIERA DECIRTE, YA LO ARREGLO,SOBRE EL COMENTARIO DE QUE NO SE VE EL TEXTO, TENGO DOS OPCIONES,TEXTO DETRAS DE IMAGEN,TEXTO DELANTE DE IMAGE...NO MAS, NO SE COMO SE HACE DE OTRA FORMA...MI COMPU NO ME DEJA MAS OPCIONES...A MI ME MOLESTA,PERO ME LA BANCO
ABRAZZZUSSSSSSS
LIDIA-LA ESCRIBA
Està bien entonces hablarè de huevos fritos aunque va a parecer un blog de cocina ja ja.
Para que te salgan de foto,enteros y sin tostarse pones la sartèn a fuego lento con el aceite,echas el huevo y tapas la sartèn con una tapadera de cristal para controlar el proceso.
En Lucio los hacen con la sartèn muy caliente en apenas un minuto.
Ya me he acostumbrado a la nueva mùsica,la pongo tambièn de "hilo musical" mientras frìo huevos ja ja
Pues venga èsa nueva historia que promete.
Un abrazo.
ME GUSTÓ MUCHO EL RELATO... ME IMPULSÓ A CONTINUAR HASTA EL FINAL... REALMENTE ENTRETENIDO... GRACIAS POR COMPARTIRLO...
UN ABRAZO...
Tienes duende escribiendo, eres unico y tus relatos hacen que me enganche hasta el final, es un placer leerte.
Felicidades por el blog.
Yo tengo un blog al que me gustaria invitarte se llama; Los Cuentos de Nati, Si te gusta quedaté sería un honor para mì.
Hasta pronto besos Nati.
Guapeton ,te recuerdo que nos debes un relato o sino nos pongas los dientes largos .
Aunque leer los comentarios también entretiene
( tal vez por que ,he terminado imaginando la escena de freír huevos con velas ) .
Un besazo
He dicho, "más soportable", nada más. ¿ Por qué no pruebas con Mozart?
Un abrazo.
Wow
Buena historia, triste.
Espero encontrar finales felices esta es la primera historia que leo) Como dijo anónimo, es sencillo identificar a tu personaje, es fácil "verlo", conectarse con lo que puede sentir sin describir sus sentimientos.
Gran técnica. Felicidades. Espero aprender.
Saludos.
me ha gustado mucho el relato y quiero leer mas ...así que volvere a verte
un beso
Marina
Federico:
¿Crearás algo con un final feliz?, éste me dejó tristecita el alma, pero debo señalarte que lo encontré entretenido.
Un abrazo.
Hola!
Oye, veo que por aquí hay mucho y bueno por leer, así que me quedo, para ponerme al día.
Besos.
P.D.- Un honor tenerte entre mis "acompañantes".
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